¡Unidos con Bernie!
Hi, Pen Pals. This is just a quick update to share some news.
I’m very pleased to announce that Anna Ferrer will be translating these newsletters into Spanish. You can read her translation of the first newsletter at the bottom of this one, and all future newsletters will include her Spanish-language translations. You should also check out Anna’s online bookshop Libros de Guayama, which focuses on increasing the readership of Hispanic Caribbean authors in the Spanish-speaking world. I feel really very lucky to have her on board.
At the moment, because I have very limited command of Spanish, it’s going to be a challenge promoting the newsletter to a Spanish-speaking audience, so please pass this on to friends and family if you can. The movement to elect Bernie Sanders absolutely relies on the mobilisation of a non-white voter base. If we can make a compelling case for Bernie to the Latino community, especially in Spanish, we will see huge increases in voter turnout that will make the difference both in this primary and in the general election in November. And I believe that forging a multi-racial, multi-ethnic, polyglot movement is not only a strategic goal for winning, but a common-sense moral imperative.
At the time of writing this, Nevada has reported 50% of the caucus results. Bernie is ahead by a huge margin, with 46.6% of the vote, which translates as seven delegates. The margin is so big that most news outlets called the election for Bernie after only a fraction of precincts reporting. The candidate in second place, Joe Biden, has not won a single delegate so far, with just over 19% of the votes. The other three are trailing pitifully behind him.
Make no mistake: Latino voters played a major role in winning Nevada for Bernie. And he won the majority of their support because he actually bothered to speak to them, to address their concerns—because he bothered to listen to them. The Bernie movement is knocking on doors and reaching out to people all over the US, people who the other candidates see as a waste of time and energy. But when it comes to forging a movement of working class people of all backgrounds, we want the support of every single person sloughing their guts out in a billionaire’s America. If we can speak to working people’s concerns then we can reproduce the Nevada results all across the US and relegate Trump to the footnotes of history where he belongs.
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1.- INTRODUCCIÓN
A lo largo de mi vida, el tema de la política ha dependido de la misma promesa emocional que las películas de miedo: no importa cuan buenas parezcan las cosas, siempre pueden acabar mal. Alguien puede quitarte el trabajo o hacer que la búsqueda de uno nuevo sea una fuente de terror. Alguien puede decidir que tu enfermedad es terminal y no porque sea incurable sino por no poder costearte el tratamiento. Alguien puede quitarte el pan de la boca y envenenar tu agua y luego vacilarte pidiéndote un vaso. Alguien puede hacer explotar el suelo bajo tus pies por un combustible que está destruyendo la vida en este planeta. Y los guardianes de la cultura te dirán que eso no está pasando –o que solamente tu puedes pararlo comprando de otra forma o pagando más impuestos. Y siempre hay alguien intentando matarte porque esta condición de peligro en la que vives se llama “libertad” y los desconocidos te odian y te envidian por ella.
La política promete que hay fuerzas que operan en tu vida sobre las que tu no tienes control. Eres un cuerpo débil, cálido y tierno que se puede cortar a trocitos, torturar, matar de hambre, controlar, convertir en comida; sobretodo si no eres blanco o hombre o rico. Este es tu lote. Y todo pasa en un vacío: dile a todos lo que piensas que sabes pero nadie te creerá. Puedes gritar hasta quebrar la voz, pero nadie puede escucharte. Estás solo.
La política ha conseguido mantener la promesa día sí y día también. Así que llenos de ansiedad, cansados, desconcertados y resignados, nos hemos ajustado.
Y entonces, en 2015-16, Bernie Sanders lanzó una campaña para ser el candidato del Partido Demócrata a la presidencia. Y perdió, lo que pareció confirmar la promesa. Pero el cómo perdimos—o más bien, el cómo él casi ganó— puso en duda esa promesa. Bernie no llegó como un salvador. No era el policía que tira la puerta abajo y dispara docenas de veces contra el cuerpo de un maníaco empuñando un machete—él apuntó al escenario. Luces, cámara... ¡acción! Y corten.
Bernie hizo una promesa distinta. Prometió que la política no es una película y que nosotros no somos espectadores. No tenemos que ser la audiencia de nuestro propio sacrificio a un Moloch sanguinario. Pero Bernie Sanders no es la respuesta: lo es el movimiento que hay detrás de él. Y ese movimiento es gente como nosotros, porque está abierto a cualquiera que no haya pasado los últimos 40 años aterrorizando al electorado con la promesa de que las cosas irán a peor si no alimentamos a la bestia. Los políticos, los expertos y los protectores del status quo quieren que estés absorto en el teatro de la política. Estás invitado a la suspensión de tu incredulidad, como en las películas. Bernie pide que rompas la cuarta pared y saltes a la acción. Esto es lo que es el movimiento, y el éxito o el fracaso de la campaña de Bernie – la promesa “no yo, NOSOTROS – no depende solo de su éxito en las primarias de los Demócratas sino que también de nuestra predisposición a ayudar a tomar la maquinaria del gobierno después de ganar las elecciones.
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Las redes sociales me deprimen. Después de horas peleando vía comentarios en Facebook con “amigos” de derechas y cerebros de crío con los que no he hablado desde hace décadas, dejé de usar esta red social. Cada un par de semanas abro Instagram y pierdo el tiempo con algún filtro nuevo más o menos divertido hasta que me aburro y hago otra cosa sin haber colgado nada. Y Twitter, bueno, he vuelto a Twitter. No porque me guste sino porque no se pueden encontrar noticias sobre la campaña de Bernie en ningún otro sitio en este bloqueo informativo de la corporación mediática. No es difícil imaginar cómo ve estás primarias una persona que solo lea el periódico Guardian.
Dice mucho sobre los medios de comunicación el hecho de tener que buscar noticias en páginas donde los titulares destacados son #WakeMeUpOnlyWhen (“despiértame solamente cuando”) y #BurberryShow para poder llegar a un cutre copia-y-pega de titulares protagonizados por un multimillonario racista con más de cuarenta y pico acusaciones por acoso sexual (hablo de Michael Bloomberg, no de Donald Trump) y algunas crónicas de periodistas que parecen no poder encontrar un hogar para las noticias que quieren dar. El simple hecho de que la presencia de Bloomberg este aquí es testimonio de lo que hoy va mal en la política: puedes pagar para estar en ella y al hacerlo comprar la visibilidad reducida para otros candidatos.
El objetivo de esta newsletter es digerir mi lectura en un resumen conciso de lo que está ocurriendo en las primarias de los Demócratas. Mientras escribo, los que votan anticipadamente están en las asambleas de partidos en Nevada, y quien sabe cómo estará todo en una semana (el gran día es el sábado). El tiempo las noticias vuelan en todas las direcciones y con resultados disputados. Aunque no te importe lo qué pasa en la política, aunque no seas Norteamericano, también tienes cosas en juego. La campaña para elegir a Bernie Sanders como el candidato Demócrata para ser Presidente de los Estados Unidos es un movimiento que obliga a una cultura a reconocer una forma de mirar al mundo: desde abajo. El grado de visibilidad y poder al que podemos llevar a Bernie es el grado al que podemos llevar a escrutinio lo que Arundhati Roy llama “el terror de lo mundano” – la vida es una mierda para mucha gente que vive en países llenos de multimillonarios. Es una forma que tenemos para hacernos ver, escuchar y sentir, y no negarlo. Si estás luchando para poder vivir; luchando para sobrellevar todo el trabajo; si no estás asegurado y vives con miedo a perder la asistencia médica; si estás trabajando más de 40 horas por semana y aun así no te da para sobrevivir; si estás enfermo y cansado y tu paciencia está al límite y crees que incluso algo simple podrá llevarte al extremo; si eres víctima de la legislación racista, sexista, capacitista o tránsfoba; si has sido descuidado y desatendido hasta llegar a la emergencia; si quizás no puedas llegar a fin de mes o de semana o del día; entonces este es tu momento. Involúcrate.
Y para poder hacerlo necesitas saber qué está pasando. Ningún newsletter –incluso ningún medio de comunicación– que será suficiente. Pero puedo contarte lo que veo, y me está dando motivos para tener esperanza.
[La versión original de este texto fue escrita el día 18 Feb 2020]